La plaza pública, patrimonio vivo
Por Mayra Jiménez

Bajo el arrope de su manto verde y el aroma de la chipa y los remedios yuyos; la Plaza Uruguaya resiste como un testigo silencioso de la memoria de la ciudad, y a veces del olvido. Fue cobijo de indígenas y campesinos, escenario de artistas y de otras voces que con carteles reclamaron causas justas a través del tiempo; además de ser un sitio de encuentros cotidianos intergeneracionales.
En Asunción, cada plaza pública tiene identidad propia, y es más que solo un espacio libre entre los edificios que las rodean, manifiestan las realidades urbanas y la memoria colectiva de una ciudad, lo que las convierte a su vez en un patrimonio vivo, que también merece su propio tratamiento como Patrimonio cultural y proyectos integrales de “Puesta en valor”.
La plaza, espacio público de interés patrimonial

Los jardines históricos desde un punto de vista de la historia y del arte, tienen un interés público, y como tal, según lo manifiesta la Carta de Florencia de 19821, son considerados como monumentos, y en razón de su naturaleza, exige mayores cuidados continuos que otras tipologías de monumento.
Nuestra Ley de Cultura, no menciona como tal la protección de las plazas históricas, pero sí que las políticas culturales recaen sobre las manifestaciones relacionadas a la arquitectura, urbanismo y ambientalismo (Ley N° 3051/062); por ende, podemos considerar que también están protegidas como tal por la Ley Nacional de Cultura, siendo la finalidad de la misma el garantizar el carácter público y social del patrimonio cultural (Ley N° 5621/163).
Las plazas históricas, además de su valor estético, social, cultural y ambiental, poseen gran valor histórico, por ser sitios donde se realizaron sucesos relevantes, además, para la arqueología, se trata de una zona donde quedan muchos vestigios de las formas de vida de tiempos remotos, y por ende son documentación y archivo primario de investigación.
Aún hoy en día, ignorando todos esos motivos expuestos, son también el escenario de prácticas culturales vigentes, y de manifestación de modos de vida de la ciudad y de nuestra identidad. Ejemplo de ello son los vendedores de chipa, algodón dulce y helados por la mañana y por la tarde, a los vendedores de asaditos, hamburguesas y lomitos árabes con bebidas por la tarde y noche. También en sus puestos a los lustrabotas, a los jugadores de damas, y personas compartiendo rondas de tereré a cualquier hora; por todo eso y más, es que en ellas donde se reconoce al Paraguay en su cotidianidad urbana, y donde se manifiestan a su vez componentes del patrimonio inmaterial.
Espacios de conflicto y consenso ciudadano
Para Hannah Arendt4, el ser humano solo se puede desarrollar como tal en el espacio público. También, es en él donde las relaciones entre los habitantes y el poder y la ciudadanía se materializan y se expresan (…), es el espacio principal del urbanismo, de la cultura urbana y de la ciudadanía. Es un espacio físico, simbólico y político (Espacio público, ciudad, ciudadanía, Jordi Borja, Muxi5).
No es casualidad que las marchas, manifestaciones y protestas se hagan también en estos lugares, por el innato carácter político que poseen, pero también las plazas son lugares de celebración, ya que son por excelencia sitios de conciertos, ferias y otros festejos de carácter social y colectivo; ejemplos de ello podemos encontrarlos con la “Feria Agroecológica”, realizada cada sábado en la Plaza Italia, en los eventos musicales “Cantautores en la Plaza” que desde hace tiempo se desarrollan en la Plaza de los Desaparecidos, un sitio de memoria, el “Festival del Jopará” realizado cada 01 de octubre en la Plaza Uruguaya, entre otros.

Conservación

Las plazas no son sitios estáticos, y también corren el riesgo de ser cerradas y volverse excluyentes con parte de la ciudadanía, de ser rediseñadas considerando únicamente algunos criterios, y no de manera integral, o de ser reglamentadas con métodos que pueden restringir algunos de sus usos sociales, culturales y políticos. Pueden también sufrir un deterioro paulatino y la pérdida de sus valores culturales, sufrir la devaluación de su patrimonio y de su identidad histórica, sin mencionar que también corren el riesgo de reducir su papel como espacio con valor medioambiental importante, al descuidar la sanidad de sus árboles y vegetación.
Un ejemplo reciente de estas prácticas, es el cercenamiento sufrido en el Jardín Botánico y Zoológico de Asunción (JBZA) en los últimos años, (que si bien no se trata de una plaza pública, es un espacio público urbano y área verde de gran importancia para Asunción, y con un fuerte valor histórico cultural), con la legalización de la cesión de parte de su territorio a un ente privado, (lo que inicia como “préstamo”, termina en “apropiación”), nos queda demostrado que para muchas autoridades, el patrimonio es visto como recurso económico antes que como un bien histórico y ambiental con valor cultural y que forma parte de un legado colectivo protegido que debe ser mantenido y no enajenado por quienes deberían garantizar su preservación.
Por todo esto, las plazas históricas son un patrimonio muy frágil donde se refleja la realidad de los habitantes de un país, la tipología de políticas que priman, y los intereses a los cuales responden los gobiernos, están relacionados en forma directa con la calidad de vida de sus ciudadanos; y requieren un alto y frecuente mantenimiento que obliga a mantener al día la responsabilidad de preservación, cuidado y protección.
Si bien a nivel global existe un aumento del interés por los espacios verdes urbanos, y la protección del patrimonio histórico, la inclusión de estas preocupaciones en programas nacionales no se ha producido, debido a planes de gobierno que priorizan otros proyectos que benefician más el uso de los vehículos particulares e intervenciones que no responden a un diseño que tome en cuenta el desarrollo de actividades que promuevan la convivencia y vínculos comunitarios. Al ser ese el escenario, y al no estar garantizados los derechos urbanos y a la ciudad, consecuentemente, tampoco podrán darse eficazmente los derechos de acceso a la cultura.
Referencias
1. https://www.patrimoniocultural.gov.pt/wp-content/uploads/2024/01/1981-carta_de_florenca_sobre_a_salvaguarda_de_jardins_historicos-icomos.pdf
2. https://www.bacn.gov.py/leyes-paraguayas/2134/ley-n-3051-nacional-de-cultura
3. https://www.bacn.gov.py/leyes-paraguayas/5259/ley-n-5621-de-proteccion-del-patrimonio-cultural
Bibliografía
4. Arendt, H. (2005). La condición Humana. Barcelona: Paidós.
5. Borja, Jordi; Muxi, Zaida (2003). El espacio público, ciudad, ciudadanía. Barcelona: Ed. Electa